viernes, 4 de junio de 2010

El rol del alto directivo debe cambiar

La incapacidad de una parte significativa de nuestra alta dirección empresarial, presidentes corporativos, banqueros y políticos para gestionar las empresas, para preveer y planificar el futuro nos ha llevado a una crisis de consecuencias incalculables.

Durante los últimos años ha primado la cultura del beneficio rápido, de la reducción de cualquier "coste", del enriquecimiento personal, de escalar a cualquier precio altas posiciones corporativas, no exentas por otra parte de nominaciones a dedo. La cultura del pelotazo.

Obtener dividentos rápidos sin mejorar las propias empresas, sin crear cultura de empresa, ha ocasionado el desperdicio del talento, de la mano de obra, de materiales y recursos. En definitiva, el incremento de los costes de la ineficiencia con pérdida de nuestra competitividad.


Somos un país económicamente a la deriva, reflejo de nuestro dirigentes empresariales y políticos. Cuando el viento soplaba a favor, se obtuvieron buenos dividendos. Pero nuestras empresas no son competitivas, pocos se han preocupado de que lo fueran, se prefirió sacarles el jugo exprimiéndolas rápidamente. El beneficio rápido es incompatible con la consolidación de la empresa, al igual que el corto plazo es en esencia incompatible con el largo plazo.

Los responsables de esta enfermedad empresarial han sido altos directivos y políticos que no han sabido, o no han querido, gestionar adecuadamente. La falta de visión de nuestra "alta dirección" nos ha llevado a la situación actual.

Nuestros profesionales ni trabajan menos, ni son menos innovadores, ni cobran mayores salarios que en otros paises europeos de mayor competitividad, que sí son capaces de esquivar los vientos de la crisis. La falta de competitividad no se puede tampoco achacar a la escasez de materias primas, otros paises con menos, también son más competitivos.

La solución a nuestra pérdida de competitividad tampoco la encontraremos en los cambios tecnológicos, aunque éstos sean imprescindibles, si antes no aprendemos los fundamentos de una buena gestión. Tampoco está en la forma de reducción de costes que el "pensamiento lineal" de los mismos directivos que causaron la crisis proponen, pues como ya expuse en mis anterior post, solo los costes de la no-calidad son eliminables y deben eliminarse.

El problema está en el management, en la forma de gestionar las empresas, de dirigirlas y controlarlas. En la falta de liderazgo.


La solución a la crisis pasa, pues, por cambiar el estilo de management, el rol del directivo, para que asuma su compromiso por el largo plazo y un conocimiento de la propia organización (el SPK "System of profound knowledge" que anticipó Deming). El nuevo manager debe focalizar sus esfuerzos a hacer que la empresa sea cada día mejor y más competitiva.

Los nuevos managers deben saber más sobre la empresa que gestionan. Deben profundizar en los conocimientos rudimentarios sobre la naturaleza de las operaciones y el impacto de la no-calidad en los costes. Deben profundizar en el conocimiento de la calidad en su sentido amplio, para mejorar la competitividad. La calidad interna y el conocimiento de lo que el cliente espera. Solo así podrán mejorar la empresa.

El directivo del futuro debe tener un conocimiento suficiente de su propia organización para que le permita analizar propuestas de mejora e innovaciones de origen interno, aún cuando éstas tengan un mínimo de complejidad que va más allá del pensamiento lineal.

El país no puede seguir con la práctica de la movilidad constante de la alta dirección, supone un alto coste de ineficiencia. La movilidad excesiva va en detrimento de su capacidad de conocer en profundidad el negocio. La movilidad promueve los resultados a corto, pero aleja el interés y la capacidad por mejorar la empresa. Solo la interpretación del directivo como "vigilante" o controlador de los intereses de un grupo accionarial explica este sinsentido. En este caso no gestiona, solo controla.

Debe cambiarse el estilo de dirección desde sus cimientos, debe crearse una nueva forma de gestión que mire por la organización, por la mejora continua por "crear empresa". Es un cambio cultural y una nueva filosofía. Si el equipo directivo actual de una organización no puede asumir este reto, debe ser reemplazado inmediatamente.

De ello depende el futuro.

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