miércoles, 12 de mayo de 2010

La salida de la crisis: La calidad

Cuando en los años 50 las empresas japonesas eran poco competitivas, invitaron a William Edwards DEMING a darles clases sobre el control estadístico de procesos (SPC) y el concepto de calidad. Siguieron con fervor quasi religioso las ideas de Deming sobre la calidad, frente al escepticismo de las empresas americanas. Considerado por los japoneses como el "padre de la tercera revolución industrial" recibe la medalla de la segunda orden del Tesoro Sagrado por el emperador.
Para él, la calidad es la base de la competitividad, ya que, según argumenta las empresas pierden muchos recursos por causa de los desperdicios (de materiales, actividades, tiempo y falta de prestigio por los clientes).
Otros estadísticos como Joseph Moses Juran, Phil Crosby y el japonés Kaoru Ishikawa se suman a la corriente defensora de los sitemas de gestión de la calidad.
Los japoneses mejoran la competitividad hasta el punto de que ponen en jaque a las empresas americanas que se quedan descolgadas.
Los americanos empiezan a seguir el ejemplo japonés y tanto Deming como Juran vuelven a EEUU a dar ayuda en la nueva crisis americana. La industria del automóvil primero y la informática después son las precursoras del cambio.
En los años 80, Deming escribe "Out of the Crisis", fabuloso libro que contiene las recomendaciones a seguir para mejorar la competitividad a través de Los "14 puntos de Deming" y "Las 7 Enfermedades Mortales de la Gerencia".
Enumeraré solo 3 de las enfermedades mortales de la gerencia ya que van a contracorriente:
1.- Énfasis en las ganancias a corto plazo
2.- Evaluación por rendimiento o revisión anual de resultados
3.- Movilidad de los ejecutivos
Seguro que sorprende la razón 2 y la 3, pero para Deming es importante eliminar el miedo al error y la gestión por objetivos. ¿por qué? Es fácil, los objetivos numéricos hacen perder la visión de conjunto y el personal focaliza su atención a aquello que beneficia/perjudica sus ingresos y olvida lo que cae fuera de este ámbito.
A su vez la excesiva movilidad de ejecutivos hace perder el valor añadido de la experiencia y la constancia de las voluntades, generando tensiones en el personal.
Lo último es bien sabido por algunos directivos aprendices de Maquiavelo.

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